La sociedad “occidental” está cada vez más globalizada. Si ponemos la televisión, paseamos por nuestras calles o “nos distraemos” con las redes sociales, el bombardeo al que está sometido nuestro cerebro, mediante mensajes publicitarios, post u opiniones de gente “autorizada” es extraordinario. La moda es algo cotidiano a lo que resulta imposible abstraerse. La simple elección de la ropa que nos vamos a poner cada mañana dirá a los demás cual es nuestro estado de ánimo ese día. Fruto de la cantidad de información que recibimos es el continuo cambio. Nuevas publicaciones, canciones, libros, series de televisión o películas reactivan nuestras costumbres. Ejemplos hay para dar y tomar; en España al comienzo de la década de los 80 se multiplico por sesenta la venta de brillantina. ¿Por qué? Coincidió con el éxito de la película protagonizada por John Travolta y Olivia Newton John “Grease”. Otros casos parecidos, el aumento de las ventas de en gafas Ray-Ban en relación con el taquillazo de “Los Hombres de Negro” -Men in Black-.
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Parece demostrado que artistas y personajes, reales o de ficción, influyen directamente en lo que nos ponemos o en lo que evitamos ponernos. Si, en ocasiones las vestimentas de algún famoso producen el efecto contrario. Es habitual que personajes mediáticos obtengan más protagonismo por como visten o que retoques se han hecho que por su papel real en la sociedad o en las instituciones que representan. Un ejemplo cercano, en el “papel couche” tiene más relevancia la actual reina de España por los modelos que luce que por su trabajo como primera dama. A diferente escala algo parecido a lo que ocurría con la desaparecida Lady Diana Frances Spencer.
Este fenómeno de la moda a través de los atuendos no es nuevo. Quizás sea tan antiguo como el hombre sobre la tierra. Tengamos en cuenta que las modas no solo obedecen a una cuestión estética, también lo hacen en ocasiones por cuestiones prácticas. Las vestimentas usadas típicamente en las diferentes áreas del mundo, casi siempre combinan ambas razones. No es casual que en los países de clima tropical usen prendas de gala de color blanco, por su asociación con la pureza y porque absorben menos el calor de la luz solar. Sin embargo en los altiplanos andinos usan prendas de colores vivos, pero más oscuras. La misma razón que en las construcciones de viviendas del sur, con fachadas encaladas, y las del norte donde la piedra y la madera cobran protagonismo.
La moda en el vestir nos hace identificarnos más con el colectivo con el que creemos estamos integrados. Además nos propone información, correcta o no, sobre los otros. Cualquier tribu urbana, Grunges, Góticos, Heavies, Hippies, Indies, Mods, Pijos, Punks, Raperos, Rastas, Rockeros, Ska o Skin Heads, se organiza alrededor de símbolos, estéticas y tipos de ropa. Ellos se unen a estos movimientos porque asocian su personalidad o modo de pensar a unos parámetros que se adaptan a ellos. A los individuos que no pertenecen a ese movimiento, el aspecto de uno de estos grupos les arroja información que les posiciona ante ellos. Unas veces de forma favorable y otras con reservas. No es más que la reacción de la sociedad en que vivimos.
La moda es la historia contada a través de las personas que participan de ella. Es un medio de comunicación no verbal que lo invade todo. Que está entre nosotros y que, en continuo cambio, permanecerá para siempre.
A.D.Saiz
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