¿Cómo se adapta la moda a mi?

Probablemente sea más correcto preguntarse, como me adapto yo a la moda. Es frecuente que cuando analizamos a algunos amigos o compañeros de trabajo pensemos, por ejemplo, Margarita, la directora financiera, siempre lleva el mismo peinado y le sentaría mejor algo con un poco mas de flequillo o  José, el mensajero, va siempre desarrapado, con la buena planta que tiene y lo bien que estaría vestido de persona.  El que más y el que menos ha escuchado en alguna ocasión comentarios de este tipo. Demuestran, una vez más, que el concepto moda, estilo o tendencia forma parte de nuestra forma de vestir, pensar y ver a los demás. Cada individuo tiene su propio estilo. Lo verdaderamente difícil es encontrar el estilo propio. Encontrarlo lleva su tiempo y, generalmente, es un ejercicio de prueba/ensayo que nos permita encajar cada una de las piezas del puzle “yo y el mundo”.

Ser sincero con uno mismo es lo principal. Hemos de conocer nuestro cuerpo, tamaño, forma, tono de piel. Que estilo de vida tenemos, con quien nos relacionamos y, finalmente, con que presupuesto contamos. Hay dos mujeres que me fascinan en cuanto a su capacidad para mantenerse dentro de las cambiantes tendencias de la moda pero sabiendo mantener un estilo personal y propio que sigue siendo referencia para muchas mujeres a través del tiempo, Judit Mascó y Olvido Gara "Alaska". Es difícil encontrar estilos tan diferentes con tantos puntos en común. Son el paradigma de saber encontrar un estilo propio. Aunque pudieran intercambiar sus “señas de identidad”, probablemente, no se encontrarían cómodas y, aún más, su público tampoco.

Ser honestos en el reconocimiento de nuestro propio cuerpo es fundamental para sentirnos cómodos con nuestro estilo. No nos quedará bien ponernos un zapato de punta fina, por mucho que nos guste, si tenemos los pies de la talla 43 y medimos 160cm de alto. Aprender a valorarnos, sacar partido a nuestro cuerpo, sin ocultar  pero sin realzar nuestros “defectos” es el primer paso para encontrar nuestro estilo.

Ya hemos llegado a un acuerdo, de nosotros, con nosotros mismos. Ahora nos toca encontrar los complementos y vestidos, con los que cómodos, nos sintamos identificados. Hemos de investigar que se ponen otros con nuestras características y recursos. Hoy en día internet nos ayuda por su inmediatez y accesibilidad. Podemos preguntar a conocidos o amigos sobre cómo nos ven y pedirles opinión. Pero sin lugar a dudas, la opinión más importante es la de esa persona que nos mira desde el espejo.

Por último, hemos de huir de lo que yo denomino  “síndrome del uniforme”.  Como padres, hemos sentido alivio si nuestros hijos iban a un colegio donde se exigiera uniforme. No hay que pensar, es más barato y no genera desigualdades entre los chavales. Como hijos, sobre todo en la pubertad y adolescencia, es otra cosa. Ya quieren vestir como sus ídolos, con sus marcas y, en definitiva, con sus señas de identidad.

El “síndrome del uniforme” supone de alguna manera una regresión al estado infantil. He encontrado un estilo con el que me siento bien. Un polo o una falda de tubo, da igual. Pues me compro seis de diferentes colores y arreglado. Seguro que todos conocéis a alguien dentro de este patrón. Esta persona ya esta uniformada, cambiando los colores, pero siempre igual. Angela Merkel es un claro ejemplo de esta tendencia.

Tener estilo es lo inverso. Es disponer de cuatro trajes con el mismo corte y ser capaz de combinarlos de manera que cada vez luzcan diferentes.

A.D.Saiz

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