¿Cómo me visto para ir a trabajar?

Para mucha personas cada mañana representa un problema en cuanto que ponerse para ir a trabajar. Obviamente el tipo y entorno de trabajo simplifica o agudiza el problema. Tampoco es igual en el caso de hombre y mujeres. Vestirse para ir a la oficina, por ejemplo, no tiene porque salirse de tu propio y personal estilo.

Recuerdo en mi primer viaje a la ciudad de los rascacielos, la impresión que me causaba ver como algunos empleados de diversas empresas ubicadas en el Distrito Financiero de Manhattan llegaban a la entrada de sus edificios con deportivas, abrían el bolso, sacaban unos zapatos con tacones de vértigo, ellas, y se cambiaban para acceder “perfectos” a sus respectivos trabajos. En un primer momento la idea me pareció divertida y totalmente práctica. Una más reposada observación posterior permitía apreciar diferencias de estilo rotundas entre los trabajadores que habían salido de sus casas vestidos para trabajar con normalidad y los que se habían “uniformado” para cumplir los “estándares de vestimenta requeridos”. Estos segundos, en algunos casos, empleaban combinaciones de prendas y colores que resultaban estridentes y que sin duda no les favorecían. La conclusión que obtuve es que, en la medida de lo posible, debemos conjugar nuestra apariencia profesional con nuestro propio estilo. Nos veremos mejor y nos verán naturales. Uno es médico con o sin bata blanca o arquitecto con o sin casco. Nuestro estilo en el vestido para trabajar proyecta nuestra imagen en lo personal y profesional, independientemente de nuestra posición, nivel o carrera profesional. No abuses de los complementos. Si trabajas en una cadena de montaje por seguridad y si lo haces en una oficina porque desviará la atención de lo auténticamente importante, tu función o cometido.

Otro aspecto que atañe a nuestra imagen y estilo en el trabajo, es el relativo a los colores. El color afecta directamente a nuestra imagen profesional. Dependiendo del género hay colores aceptados o poco recomendados. ¿Os imagináis a un consejero delegado de una entidad financiera con un traje amarillo? Existen numerosos estudios que asocian determinados colores a estados de ánimo y percepciones. Por lo general los colores oscuros son aceptados para ambos sexos. Grises, azules oscuros, negros e incluso verdes y marrones son los más empleados en trajes, pantalones y faldas. En el caso de los hombres el complemento lo suelen jugar las camisas y, en algunos casos, las corbatas. Las mujeres los pueden combinar con blusas o camisas en colores suaves y pastel. Azules, rosas, cremas, blancos…etcétera.

Ten siempre presente que en nuestra imagen no es lo que somos sino lo que parecemos ser. Definir nuestro estilo es importante y conjugarlo con nuestro trabajo también.  No debemos olvidar que  nuestra imagen se compone también de los pequeños detalles.  Conocí  a un director de recursos humanos que desestimaba candidatos por no llevar limpios los zapatos. No puedo estar de acuerdo con esta forma de proceder. No obstante, si es importante cuidar esos detalles. Prendas limpias, uñas cuidadas, pelo limpio y peinado, buen olor, complementos sutiles, no hacer ostentación de marcas. Las mujeres además han de cuidar que las prendas que portan les permitan realizar movimientos cómodos, una falda de tubo muy ajustada puede dificultar sentarse con naturalidad.

Cuando nos incorporamos a un nuevo trabajo que requiere un modo de vestir diferente al que habitualmente usamos, requiere  por nuestra parte de un periodo de adaptación. Como todo en el mundo de la moda es prueba/ensayo, hasta que nos encontremos a gusto. “El hábito no hace al monje”, si eres hombre y nunca has llevado americana y corbata tardaras en acostumbrarte y  conseguir que las prendas formen parte de ti. Intenta usarlas fuera del entorno laboral, siéntete cómodo con ellas. De lo contrario te ocurrirá como a esos asistentes a bodas que les colocan un traje por primera vez y el resultado no puede ser más patético. De igual manera, si eres mujer y nunca te has puesto tacones has de ir poco a poco. Tampoco es muy gratificante ver a una mujer cuando anda haciendo equilibrios de tobillo. Además es peligroso.

En definitiva, adapta en lo posible tu estilo a las exigencias de protocolo en tu entorno de trabajo, profesión o carrera. Los demás lo percibirán y te ayudará a desarrollarte con normalidad en lo laboral.

A.D.Saiz

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