¿Por qué no nos gustamos y si gustamos a los demás?

Es habitual que nuestro nivel de exigencia con nosotros mismos sea mayor que con los demás. Por si fuera poco, el criterio que seguimos a la hora de evaluarnos  es el de usar un baremo o cliché  muy exigente y absolutamente arbitrario: ¡El Nuestro!.

Me miro al espejo, ¿Qué veo?

“Tengo mucha cadera, los pies grandes, las rodillas gordas, la nariz grande, poco pecho …”        “ No se me ve la cadera, mucho puente, las rodillas huesudas, la nariz torcida, mucho pecho…”

Me veo fatal

Estas conclusiones pueden y a menudo son de la misma persona. Solo depende del día, del estado de ánimo, de la luz, de la ropa que llevemos… Lo único que se mantiene es la carga negativa hacia nosotros mismos fundamentando esta en unos baremos, también, nuestros. Tengo las rodillas gordas ¿respecto de qué?  ó las tengo huesudas ¿comparándolas con las de quién?. 

Podemos echarle la culpa a la sociedad, a los medios de comunicación, a los diseñadores de moda o al perro de Carlitos Brawn.  Si no cambiamos el “chip” no estaremos nunca a gusto  con nosotros mismos.

¿Cómo lo hago?

Mucho mejor

Ponte frente al espejo. Relájate y mira. Busca que es lo que te gusta de tu cuerpo. Interiorízalo y date la aprobación. Pregúntate como lo verán los demás pero sin darle demasiada importancia.

 Ahora viene lo más importante y en lo que has de trabajar a partir de hoy. ¿Cómo he de hacer para resaltar esta cualidad tan bonita y bien puesta que tengo?

Puede ser un complemento, un peinado, un color, una prenda…. pero sobre todo: tu aprobación.

No te quepa duda, funciona.  Hemos pasado a la valoración positiva y seremos capaces de trasmitirlo a los demás con facilidad. Verán lo que queremos que vean y dejaran de ver lo que nosotros veíamos antes aunque seguramente ellos nunca lo vieron.

Comments (0)

No comments at this moment

Síganos en Facebook