Llevo mi alianza de boda en el dedo anular de la mano derecha. Esa es la costumbre en mi país, España. Sin embargo cuando he residido en otros países me hacía diferente porque en sus culturas el anillo se portaba en la mano izquierda.
La alianza es una pequeña pieza de oro de 18 quilates, lisa y de media caña. Un anillo normal. No obstante, en mis periodos de expatriado, ha dado pie a decenas de conversaciones su ubicación.
Durante siglos ese ha sido el auténtico valor de las joyas, dar información sobre nosotros. Quienes somos, a que categoría social pertenecemos, que religión profesamos, etcétera. Si varias el uso de algún complemento, lo notarán. Esto puede ser bueno o no, dependiendo del objetivo pero nos da la posibilidad de interactuar.
Esos pequeños complementos envían señales que el receptor interpreta y que nos pueden ayudar a conocer o desarrollar vínculos sociales. Ahora bien, debemos ser cuidadosos con el mensaje que deseamos enviar.
En el mundo hay una enorme variedad de culturas y cada una de ellas puede interpretar el uso de las joyas de manera diferente. Estas son las razones que nos animan a pensar en las señales que enviamos con estos complementos de metal y que pueden tener un importante impacto en las personas con las que nos queremos relacionar. En la interacción social de la que formamos parte.
En próximos artículos repasaremos algunas reglas desde la perspectiva del que las usa, hombre o mujer.
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