Elegante ¿Se nace o se hace?

Aunque no lo queramos reconocer nos encanta impresionar a los otros. Que nos perciban como personas elegantes, atractivas y maduras.

He aquí algunas pautas que sin duda te ayudaran a ser percibido de forma positiva. Que tu presencia deje un poso de elegancia.

Aunque pueda parecer obvio, hemos de empezar por mantener una buena higiene.  Mostrar unos dientes  limpios y un pelo arreglado. Usar productos que neutralicen los posibles olores corporales y que trasmitan una sensación de frescor. Eliminar el exceso de vello y mantener las uñas cuidadas y recortadas.

Al maquillarnos, hacerlo de forma sutil. Aprovéchalo para corregir ligeras imperfecciones, corregir tu tono de piel y matizar brillos. Los sombreados de ojos y colores de labios no han de ser muy llamativos. Las líneas de los ojos o el corrector de pestañas, suaves.  Hay que tener en cuenta que existen ocasiones, una fiesta o una noche formal, en la que el uso de colores audaces puede estar perfectamente justificado.

El color y forma del peinado es importante. Si eres hombre, un cabello bien cortado y peinado es una excelente tarjeta de presentación. Si eres mujer y pretendes sobresalir en elegancia observa algunas personalidades del mundo de la moda o el arte Isabel Preysler , Nati Abascal, Audrey Hepburn, Paula Echevarría, etcétera.  Todas tienen en común una cuidada puesta en escena con un cabello bien peinado, vestidos que realzan su estilo y complementos originales.

Las manos es una de las primeras cosas en las que nos fijamos. Por esta razón hemos de prestar un especial cuidado en su mantenimiento. Si nos pintamos las uñas hemos de usar colores que combinen con nuestro atuendo. No existen límites al respecto cualquier color y tono, siempre que nos guste, puede ser utilizado. Anillos y pulseras complementaran nuestro aspecto. No siempre, en este sentido, lo más caro y suntuoso es lo elegante.

El perfume o aroma  permitirá que se nos asocie en el recuerdo. Que en la mente de los demás proyectemos una determinada imagen. Debemos saber que los perfumes maridan de forma diferente dependiendo de quién se los aplique. Buscar el que mejor nos siente es una cuestión de prueba ensayo. Al igual que con las joyas no hay una relación directa entre el resultado y el precio.

Cuida las posturas. Caminar derechos con algo de tacón evitando posturas artificiales nos hará parecer estilizadas.  Sentarse con naturalidad evitando las posiciones desmadejadas ha de cuidarse también.

La elección de la ropa que vestimos es fundamental.  La primera regla es sentirse cómodo. Por muy bonito que nos parezca un traje, si es incomodo, es una cuestión de tiempo que todo el mundo se dé cuenta de la situación. Al contrario, también hemos de cuidar los detalles. Huir de las prendas demasiado informales, gastadas o con aspecto sucio.  Mi recomendación es usar cortes clásicos, sobre todo, cuando queramos sobresalir. La ropa de moda hay que usarla con precaución porque la imagen permanece en el tiempo; una imagen que algunos quisiéramos borrar es esa en la que aparecemos con un estilo setentero y ante la que nos preguntamos ¿Cómo nos atrevimos a ponernos eso? Es importante que las prendas sean de nuestra talla real, no de la que nos gustaría tener.  Buscar tejidos de calidad, los denominados “glamurosos”,  seda, satén, modal, cachemira, Chantilly… ayudaran a construir esa imagen que queremos proyectar.

Los colores a elegir son importantes. Si bien no hay ninguna restricción “a priori”, hemos de ser extremadamente cuidadosos con las combinaciones de colores.  Su elección dependerá del uso que vallamos a darle. No es lo mismo ir a una Barbacoa que a un Coctel de presentación. CUIDADO con excederse en lo sugerido. Sin llegar al recato Victoriano hemos de ser prudentes con lo que mostramos. Los escotes de vértigo, las trasparencias excesivas, las faldas muy cortas no suelen, excepto en muy contadas excepciones, ser percibidas como vestimenta elegante. Dicho esto, si a los escotes, a las faldas hasta la rodilla y a las trasparencias.

Los accesorios o complementos siempre son de ayuda y en algunas ocasiones pueden ser elementos que nos distingan ante los demás. Lo que sí debemos tener en cuenta es que son complementos en nuestra indumentaria y que para ser elegantes, una vez más hemos de ser prudentes ante los excesos en su utilización. Por ejemplo, ir a una cena formal con múltiples collares y gargantillas no será percibido como de buen gusto. Es más interesante lucir un collar con algún motivo en pedrería, un collar con nombre o un colgante sin estridencias. Siempre en metales nobles. Es mejor no llevar nada que lucir bisutería barata. Debemos combinar estos elementos dependiendo de nuestra vestimenta y de nuestras características físicas; por ejemplo si tenemos una cara grande debemos evitar los pendientes aparatosos y grandes.

Debemos expresarnos con corrección. Usando los términos y gramática correctos al tiempo que hemos de evitar las frases hechas y los coloquialismos. Nuestro vocabulario ha de ser amplio y variado pero hemos de usarlo con mesura para no caer en lo pedante. Si no tienes habito en conversar, practica. Con amigos, frente a un espejo o, en casos extremos, recurre a un profesional. Impostar o afectar la voz no es elegante. Ser natural es nuestra mejor arma. A menudo parecerán temas que desconozcamos o sobre los que no tengamos una opinión formada; no hay problema en reconocerlo recordando siempre que “la mejor palabra es la no dicha”. Si no tenemos seguridad, simplemente, escuchemos. Saber escuchar es algo muy valorado por los demás.

Conviene no mostrar nuestras emociones abiertamente, especialmente la ira, el enfado, el llanto, la tristeza. Los dramatismos, gritos o lo que vulgarmente llamamos hacer una escena raramente nos aportara nada. Si por alguna razón estas emociones afloran, una solución es, excusándonos previamente, ir a algún lugar privado, respirar profundo, relajarnos y volver a tomar el control de la situación. Estas recomendaciones no han de impedirnos ser asertivos y mostrar, si llega el caso, nuestras discrepancias o puntos de vista diferentes.

Hemos de ser corteses y educados en todo momento. Incluso con las personas que no nos caen bien o con las que mantengamos algún contencioso. Actuemos como si nada nos pudiera hacer daño mostrando un cierto aire de despreocupación, como siempre con mesura.

En definitiva, mostrémonos seguros de nosotros mismos. Recuerda siempre esta máxima: NO ES LO QUE SOMOS SINO LO QUE PARECE QUE SOMOS. Esto es lo que verán los demás. Actuar con tranquilidad y no actuar por encima de nuestras posibilidades. Nunca intentemos destacar.

Anabely

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