¿Qué nombre le ponemos al bebé?

Es uno de los primeros retos a los que se enfrenta una pareja. Es divertido y en ocasiones extremadamente complicado. Supone la primera toma de contacto con esa nueva realidad: la paternidad. Da igual si es antes del embarazo o durante el mismo, tomas conciencia de lo importante que pueden ser todas las decisiones que tendrás que tomar en la vida de tu futuro retoño. Esta es la primera.

Mucho antes de llegar ese momento, durante nuestra infancia y juventud, hemos manejado en nuestra cabeza la idea de un nombre determinado para nuestro hijo o hija. Estamos seguros del nombre que tenemos escogido para el bebé cuando llegue la ocasión.

Nada más lejos de la realidad. Cuando llega el momento ese nombre que tantas veces habíamos repetido en nuestra cabeza nos parece antiguo o poco adecuado por infinidad y variopintas razones.

La realidad, al menos en mi caso y con mi primer hijo, se desarrollo de la siguiente forma. Cuando supimos que era un varón empezamos a elaborar una lista de nombres que nos parecían adecuados. Naturalmente, cada uno de nosotros hizo una lista. Total dos listas. Coincidencias: ninguna. Aún así consensuamos unos nombres y nos pareció buena idea someterlos a la opinión de amigos y familiares.

Como podéis imaginar pasamos de tener que decidir sobre una terna, a tener que decidir sobre el santoral, los nombres de nueva aparición y el listado de apelativos aparecidos en Cuba después de la “revolución”.

En ese momento nos dimos cuenta de que esa decisión era, además de un derecho, una obligación solamente nuestra. Seguro que al final la gente que nos quiere, le querría  a él se llamase como se llamase.

Para elegir el nombre intentamos ponernos de acuerdo en algunas cuestiones:

-          Descartamos primero, todos aquellos que por asociación nos parecían antipáticos o nos recordaban situaciones vividas desagradables.

-          Los excesivamente manidos, repetidos y, en nuestro caso, existentes ya en la familia. Tampoco deseábamos para nuestro hijo un nombre de esos que tienes que repetir tres veces cuando te preguntan ¿Cómo te llamas?.

-          Finalmente, ya no quedaban muchos,  consensuamos el nombre entre los que nos gustaban.

Como podéis imaginar, pasado el tiempo no podemos imaginar a nuestro vástago con otro nombre.

Aprendida la lección, cuando después de varios intentos, nos quedamos embarazados y supimos que tendríamos una niña, siguiendo los mismos pasos elegimos su nombre y, aunque aún no había nacido, se lo comunicamos a todos como un hecho consumado.

Ni que decir tiene que hubo opiniones para todos lo gustos. A los pocos días todo el mundo lo había asumido como se llamaría y cuando nació Sonia me pude dirigir a ella por su nombre nada mas asomar su cabecita.

A.D.SAIZ

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