¿Te obsesionas buscando un traje de baño?

La mayoría de las mujeres que conozco, y cada vez más hombres, tienen un conato fóbico a la hora de elegir un traje de baño para la temporada. Obviamente estos episodios son proporcionalmente mayores con  la edad y  los kilos. Algunas, llegado este momento, experimentan una fuerte necesidad de irse a vivir al Siberia.

Muchas otras, además, tienen una necesidad inversamente proporcional al sentido común de cambiar de color, tornando  los suyos propios a morenos intensos. El resultado en ocasiones mejora el aspecto pero otras muchas resaltan manchas y defectos. También existen otras “configuraciones” de piel que no admiten más que dos colores: el transparente y el de nécora cocida. Si así se sienten mejor con ellas mismas, fenomenal.

Hecho este repaso, más o menos jocoso, reflexionaremos respecto de algunas razones por la que deberíamos comprar un bañador y, por supuesto, lucirlo con la misma naturalidad con la que nos compramos y ponemos unas medias o calcetines.

Es mi cuerpo.  Vivo aquí desde hace tiempo y he de convivir con el resto de mi existencia. Él me aporta la vida. Con el respiro, me muevo y de él recibo todas las emociones. ¡Jolín!, realmente lo es todo para mí, lo bueno y lo malo. ¡Cuántas alegrías hemos vivido juntos!.

Solamente una prenda mas. Es una prenda para un fin concreto, para ir a la playa, a la piscina o para tomar el sol. Algo que hacemos regularmente todos en las sociedades occidentales. No los vestimos para mostrarnos a los demás sino para realizar una actividad concreta que de otro modo nos resultaría incomoda. Si la llevamos con naturalidad seremos percibidos de igual manera.

Mi cuerpo no ofende a nadie. Cada uno tenemos nuestro cuerpo y si como personas tratamos a los demás con respeto no ofenderemos a nadie. En el caso extremo de que alguien se ofendiera por mi presencia, no es asunto mío. Si no les gusto que no miren, así de sencillo.

No ser hipócrita. Vivimos en una sociedad atormentada por la hipocresía en la que unos pocos pretenden inculcar a los otros como han de vestirse, como han de ser, como han de pensar y como hemos de mostrarnos. Si yo no le pido a nadie que adelgace, engorde, que coma verdura o se tiña el pelo de color verde, porqué he de permitir que me digan si lo debo hacer yo. Si cada uno de nosotros somos diferentes por qué hemos de aceptar estándares iguales.

Saber filtrar las recomendaciones interesadas. Quizás la más difícil de todas. La industria de la moda genera millones de euros y a la zaga de esta, ahondando en credulidad de las personas, pulula libremente la todopoderosa industria de la dieta. La mayoría no busca la salud física de las mujeres y hombres a los que van dirigidos sino la inestabilidad emocional que muchas y muchos tienen respecto de su cuerpo. Nadie se atreve a levantar el dedo y apuntar hacia esa industria como los culpables de la anorexia, de la bulimia y de un sin fin de desequilibrios psicológicos en innumerables personas. No estoy diciendo que cuidarse no sea importante y que en manos de un profesional no tenga innumerables beneficios para la salud de aquellos que lo necesiten. Lo que estoy diciendo es que estoy harta de ver como en los medios de comunicación y a menudo a través de mujeres que no son conscientes de lo que dicen, se lanzan mensajes como “¿Estas lista para enfundarte en tu traje de baño?” o “pierde esos quilitos que te sobran para poder ir a la playa”. Y a quien narices le importa si nos sobran o no quilos, quienes nos dicen cual es nuestro peso ideal, cual es nuestro aspecto. Cuando seamos capaces de ignorar estas intromisiones en nuestra intimidad, nos mostraremos sin complejos.

Al final es tu elección. Yo no estoy dispuesta a que nadie intervenga en mis decisiones de cómo divertirme, hacer deporte o pasear al sol por una playa. Ya tengo bastante con pelearme con mis miedos e inseguridades como para estar pendiente de la opinión de esa caterva de voluntarios pendientes de la vida y costumbres de los demás. No sé si finalmente me sentiré libre, pero lo intento sin ofender a nadie.

A.I.Navarro

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